Se define como la incapacidad para conseguir o mantener una erección con la suficiente rigidez como para llevar a cabo relaciones sexuales satisfactorias. Si bien la consecución de la erección o su mantenimiento no es garantía de satisfacción podemos decir que la mayoría de los hombres que nos consultan tienen como síntoma principal el sufrimiento por no tener erecciones acordes a su deseo.
La eyaculación precoz se da cuando el hombre en todos o en la mayoría de los encuentros, no puede percibir o controlar las sensaciones que aparecen antes de la eyaculación. Puede darse la eyaculación desde una estimulación sexual mínima, o antes, durante o poco después de la penetración y antes de que la persona lo desee. Desde que se la estudia, se considera que tiene que ver con factores orgánicos, psicológicos y sociales y lo más probable es que la mayoría de las veces se trate de una combinación de todos esos factores.
Durante siglos se asoció la sexualidad con la reproducción, con lo que se negaba al adulto mayor el disfrute y el erotismo. Se suma a esto una creencia errónea de que el deseo se va desgastando o desvaneciendo con la edad. Lejos de eso, en esta etapa de la vida la actividad sexual esta plenamente orientada al placer del contacto corporal, el intercambio afectivo, la comunicación y por supuesto la seguridad emocional de sentirse amado y deseado. Muchos mitos y falsas creencias llevan a las personas mayores a abandonar este aspecto de la vida, fundamental para el bienestar personal.
Este tema es recurrente entre los diferentes motivos de consulta. Generalmente parte de la creencia que dice que cuanto más grande es el pene, mejor performance sexual tendrá el hombre y con ello mayor satisfacción para su partenaire. Sea como fuere suele ser motivo de angustia y mucha preocupación.
Se pueden presentar como ausencia de orgasmo o reducción muy acentuada en su intensidad. Dicho de otra manera, nunca haber sentido un orgasmo, o tener orgasmos muy débiles o menos intensos. Luego de la evaluación medica, se trabajan con terapia sexual de duración breve y focalizada.
El trastorno de dolor genito – pélvico se manifiesta con dificultades en la penetración durante las relaciones sexuales o como dolor vaginal, vulvovaginal o pélvico. También puede aparecer como ansiedad de sentir ese dolor antes, durante o como resultado de la penetración. Puede generar tensión o contracción de los músculos del suelo pélvico durante el intento de penetración vaginal.
Ya sea por dolor vaginal o vulvar durante la penetración, o miedo ante esa posibilidad, lo que genera ansiedad y llevan a la contracción de los músculos de la entrada de la vagina lo que dificulta o hace imposible la penetración.
Es la dificultad de realizar el coito, debido a la contracción involuntaria de los músculos del tercio inferior de la vagina. Las mujeres que lo padecen pueden gozar de los juegos sexuales, y alcanzar el orgasmo ya que esta disfunción no está relacionada con la respuesta sexual.
La mayoría de estos casos son de causas psicológicas. Muchas veces generado por la falta de información sexual o falla en la comunicación, que conducen al miedo o temor que terminan imposibilitando la penetración. Puede deberse también a experiencias traumáticas, miedo al embarazo, temor a contraer enfermedades de transmisión sexual, y experiencias dolorosas entre otras.
Es la falta del interés o ausencia de la excitación sexual. Aquí podemos ver reducido tanto el interés en la actividad sexual como las fantasías o pensamientos eróticos.
Se manifiesta con la falta de iniciativa para la actividad sexual y la poca receptividad a la pareja cuando esta intenta iniciarla.
Cuando aparece esta disfunción disminuye la excitación y placer sexual durante la actividad en casi todas las ocasiones y contextos.
Aquí tenemos que partir del entendimiento que la conexión erótica varia en la misma persona en diferentes edades y momentos, y que a la pareja le ocurre lo mismo. Cada pareja en diferentes etapas tiene una conexión que genera una frecuencia sexual que es propia de ese vínculo.
Con todo esto muchas veces aparece lo que los expertos vemos en los consultorios como asimetría sexual en la pareja. Esto se da cuando la frecuencia de los encuentros genera malestar en uno o en ambos integrantes de la pareja con la cantidad de encuentros deseado por el otro.
Son uno de los tantos recursos que se pueden utilizar para favorecer los encuentros sexuales y aumentar el erotismo. Permiten la exploracion y el enriquecimiento de las relaciones sexuales.
Por otro lado, muchas veces se utilizan en el contexto de un tratamiento sexológico en casos de anorgasmia y vaginismo entre otros.
También conocida como ausencia de eyaculación, aneyaculación o incapacidad eyaculatoria. Es una disfunción sexual incluida en la categoría de trastornos orgásmicos. En términos generales se caracteriza por la imposibilidad que experimenta el hombre para eyacular. El paciente no puede, pues, culminar el acto sexual. La frustración que de ello se deriva afecta directamente a la práctica del sexo. Un alto índice de hombres que sufren eyaculación retardada experimentan ciertas reticencias o miedo ante la posibilidad de mantener relaciones íntimas. El retardo sufrido estigmatiza a quien lo sufre, como así también a su pareja sexual.
Se denomina así al proceso por el cual las capacidades sexuales del hombre disminuyen con la edad al igual que otras funciones orgánicas, resultado de los bajos niveles de testosterona en el organismo, o bien por el mal funcionamiento de los receptores de testosterona. Al igual que la mujer tiene su climaterio (la menopausia) por el cual no puede tener más descendencia, el hombre va perdiendo potencia sexual, pero sin ciclos tan marcados ni pérdidas tan significativas. La actividad sexual del hombre no está marcada por períodos regulares como en el caso de la mujer, pudiendo tener hijos en cualquier momento por la producción de espermatozoides. Tampoco presenta un punto límite preciso. Un hombre puede tener la capacidad de procrear hasta muy avanzada edad. En algunos hombres esta función puede mantenerse hasta pasados los 70 años e incluso no perderse con el tiempo, dependiendo de cada caso.
La pared vaginal produce una lubricación vaginal natural como respuesta de la excitación sexual. Su ausencia o disminución puede provocar dolor durante las relaciones sexuales o producir picor o irritación por lo que muchas mujeres suelen evitar las relaciones sexuales. Se debe a causas variadas, por lo que requiere de un examen médico para saber cuál es el tratamiento adecuado.